Los directivos de Toronto Raptors no supieron que Calderón estaba destinado a ser el base titular del equipo hasta el partido contra los Celtics del pasado 24 de enero. Allí vieron cómo en los últimos segundos del partido el español era capaz de meterse en la cocina de Boston bajo la sombra de Kevin Garnett para después quitarse de encima a Paul Pearce evitando la falta, encestar de dos y ganar el partido 114-112. “No le tengo miedo a nada, hay que intentar afrontar todo lo que viene en la vida”. Eso es lo piensa Calderón: y aquella noche lo demostró dando 13 asistencias y anotando 24 puntos. Entonces, la gente empezó a darse cuenta de que ése era su hombre. Pero José Manuel es una persona discreta. Es el hardware de su equipo. Un hardware tan efectivo y silencioso que a veces pudiera parecer que no existe. En su primer año en la NBA, cuando aún tenía pesadillas con Ford -el veterano base titular de los Raptors- Calderón llamó por teléfono a su amigo Pau Gasol para pedirle consejo, y la actual estrella de los Lakers le dijo que tuviese paciencia: “siempre hablarán de ti, una veces bien y otras para exigirte más”. Y Calderón la tuvo, aunque apoyos no le han faltado: “Mi mujer me ha ayudado mucho, es la persona más importante en mi vida tanto profesional como personal, y va a todos los partidos”. En el verano de 2008, los Raptors vendieron a Ford, y con el cascarrabias de Tejas a más de 1.000 kilómetros de distancia, Calderón empezó a divertirse de verdad. “La mejor sensación sobre una pista es disfrutar jugando al baloncesto y pasarlo bien compitiendo”. Una temporada después ya se había convertido, primero, en el mayor asistente de la historia de la franquicia canadiense, y más tarde, en el jugador de la NBA en activo que más tiros libres seguidos había logrado anotar en un solo año. “Es algo increíble, un récord histórico de la NBA era impensable”. En la temporada que acaba de empezar los Raptors han arrancado con fuerza, y José Manuel ya ha sido seleccionado para la votación del All Star. Pero su sueño americano termina de otra forma: “Me gustaría seguir mucho tiempo en Toronto. Creo que podría a llegar a conquistar un anillo. Los propietarios van a seguir apostando, y la afición apoya mucho”.
El culpable de que Calderón se haya convertido en una máquina perfecta desde los 4,60 metros se llama Dave Hopla. Antes de que se convirtiese en su entrenador personal, lo único que separaba al español de la excelencia eran unos grados de apertura de sus codos al final de los tiros. “Tienes que cerrarlos más y darle una mayor parábola al balón”, le dijo el maestro Hopla, que ya había mejorado el tiro de estrellas como Michael Jordan o Kobe Bryant. Y Calderón le hizo caso. Cada vez que el español encesta hace el mismo gesto: El base de los Raptors estira ambos brazos y conecta sus dedos índice y pulgar formando sendos círculos triunfales. El gesto se ha hecho tan popular que hasta el mismísimo Lebron King James lo utilizó la temporada pasada. “Empecé a hacerlo de broma en un entrenamiento, y me parece algo bonito ver a tanta gente imitándolo”. Su quinteto ideal de la historia sería el formado por “Magic, Jordan, Bird, Barkley y O’Neal”, y refiriéndose al presente cree que el duelo Bryant-Lebron puede llegar a ser como el mítico Jordan versus Bird, aunque para eso “aún hace falta que se enfrenten en una final”. A Calderón se le nota en la cara: vive un momento dulce. El dinero que se gana en la mejor liga del mundo, también ayuda. “Estoy harto de que sólo me hablen de dinero. Tíos, sólo quiero jugar a baloncesto, beber Pepsi y calzar unas Reebok”, le dijo en una ocasión Shaquille O’Neal a un periodista. Calderón, en cambio, no cree que en la NBA los jugadores sean tratados como mercancía. “Me parece que algunas veces son reglas poco beneficiosas para los jugadores, pero tenemos otras cosas que lo compensan”. De la NBA le gusta todo: “Aquí estoy muy cómodo, aunque quizá el calendario es algo alocado, y la presión es difícil, pero eso va con nuestro trabajo”. Como mínimo 82 partidos a lo largo de siete meses de máxima exigencia. Por eso los apoyos son importantes. Tras la salida del equipo de su compadre Jorge Garbajosa, su mejor amigo en Toronto es Crish Bosh. José Manuel ya se ha llevado a la estrella de los Raptors de vacaciones a su casa, en Extremadura, donde desde pequeño el español conspiró con la pelota para convertirse en el mejor base de la NBA. Los orígenes no se olvidan jamás: “No sé dónde me retiraré, pero de mi tierra me gusta todo”.
Calderón bota el balón como si acabase de llegar de una pista callejera de cualquier ciudad norteamericana en los tiempos en que Snoop Dogg era un cachorro -así lo explicaría Rudy Tomjanovich, el técnico de Houston-, al estilo old school, recordando un poco a Steve Nash, su ídolo deportivo, al que desplazó parcialmente de la historia cuando batió el año pasado el récord de los tiros libres. El base de los Phoenix Suns suele decir que lo que más le satisface del baloncesto “es dar una canasta fácil para que la anote un compañero”. A Calderón también. Esta temporada ya se ha convertido en el indiscutible demiurgo de los Raptors, y con la selección española ya sabe lo que es ser campeón del mundo y medalla de plata olímpica. “Jamás cambiaría ese título por un anillo de la NBA -dice convencido- porque creo que tendré la oportunidad de conseguirlo”. El extremeño se perdió, por lesión, el Europeo del pasado verano, y se tuvo que conformar con vivir el triunfo de sus compañeros de la selección española desde la grada, haciendo de comentarista para la tele junto al carismático narrador Andrés Montes, fallecido de forma repentina el pasado mes de octubre y creador del apodo más conocido del base español, Mr. Catering, en honor a sus pases y habituales bandejas. Calde, como también le llaman sus amigos, no duda un segundo en recomendar la aventura americana a todos los jugadores españoles que militan en ligas europeas. “Es una experiencia única y un sueño”, dice, y en ese sentido José Manuel cree que Ricky Rubio, cuyo fichaje por Minnesota Timberwolves se vio finalmente frustrado esta temporada, “es el jugador español con más proyección”. Calderón acaba de cumplir 28 años. Cuando debutó (con derrota) contra Portland Trail Blazers tenía tan solo 24, pero esta es ya su quinta temporada en la élite y Mr. Catering ha aprendido a ganar. No quiere pertenecer a la lista negra de las eternas promesas. Está en el mejor momento de su carrera, y confiesa que los retos que ha tenido a lo largo de su vida “han sido muchos, pero los mayores han sido siempre los personales”. El próximo desafío será llegar de nuevo a los play-offs, y el siguiente volver a ser campeón del mundo con España. “Ojalá”, responde Calderón. Pero, en realidad, sus ojos dicen: “Eso está hecho”.
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